jueves, 13 de marzo de 2014

Dos cielos - Barcelona



El 11M es un día que todos recordamos por un lado, por motivos verdaderamente tristes  y por otro, avergonzantes por ciertos comportamientos políticos… más allá de esto, el 11M es también una fecha significativa para mí porque es mi cumpleaños y porque ese mismo día, hace un año, Luis me pidió matrimonio. 

El martes, Luis volvió a sorprenderme como sólo él sabe hacer… y acertó plenamente.  Tengo que decir que tuve una crisis existencial de las de “no quiero ropa ni nada material…tengo de todo, no necesitamos tantas cosas para vivir”…así que nuevamente, por segundo año consecutivo, me he quedado sin iPad, jejeje, pero, a cambio, viví una experiencia increíble.  

Uno de mis deseos como buena hedonista, es conocer los mejores restaurantes del mundo…bueno, quizá es demasiado ambicioso…dejémoslo del Cataluña, España o alrededor mío. He podido comer del Bulli Cátering cocinado por Paco Roncero, he probado la comida del ya fallecido Santi Santamaría,  de Martín Berasategui, de Sergi Arola, además de otros lugares de buena fama (antes de tener este blog), pero tenía una espinita, el “Dos Cielos”, desde hace tiempo… 

Bueno, pues como iba diciendo, el martes 11 de marzo, Luis me recogió en la academia de inglés y me llevó en moto a lo que era el Hotel Me, ahora Hotel Meliá Barcelona Sky. Subimos a la planta 24 y nos acompañaron a la mesa reservada para nosotros, para mi sorpresa, la gourmet (gracias a Paola de Atrápalo). Menudas vistas, por cierto!!!



 

El restaurante es pequeño, casi más grande la cocina que el comedor.  Al fondo, dos mesas ocupadas, una con una cena de negocios (iban trajeados los tres) y una mesa de una señora rusa con su hija de unos 12 años (menuda suerte, nena). Está decorado de forma sencilla, pocos cuadros, pocas mesas, colores suaves…claro, tienen el mejor decorado del mundo: Barcelona de día y de noche. El mar y la montaña. Los dos cielos que decía uno de los hermanos Torres en una entrevista a La Vanguardia. 

 Hablando de los hermanos Torres, mi decepción cuando el Maître nos comenta que esa noche no estarían, porque al día siguiente tienen un viaje. Sentimientos encontrados. Primero pensé “vaya mierda, si no están ellos no será lo mismo”, después pasé a “no pasa nada, estoy disfrutando mucho, me están atendiendo de manera excelente” pero al final creo que es de mal gusto reservar una mesa tan especial para estar cerca de ellos, los autores del “restaurante de autor” y que no los veas. Pagas lo mismo, claro. Pero no los ves en acción ni comentas con ellos…deberían avisar de estas cosas cuando llamas. No lo hacen… una pequeña mancha para una velada excepcional. 
 

Nada más llegar nos ofrecen cava (no sé si Gran Juvé Camps o Milesimé de Juvé Camps)  y los primeros aperitivos, cortesía de la casa, a modo de bienvenida. Voy a intentar explicar lo que recuerdo de cada plato. Espero no meter mucho la pata, pero, entendedme, entre la emoción, el alcohol, los nervios y la cantidad de cosas que ocurren y que te dicen, es difícil retenerlo todo…










Aperitivo 1: Aceitunas
Dos “aceitunas” servidas en una corteza de olivo, con sus hojitas y todo. Nos dice que se comen de la siguiente manera: introducir en la boca sin masticar. Esperar.
Increíble. La aceituna literalmente “explota” en la boca convirtiéndose en jugo con sabor a aceituna, que no a aceite. Buenísimo.


















Aperitivo 2: Pan transparente con setas
Presentado en una base de madera, nos traen 2 láminas muy finas y casi transparentes de algo que debe ser pan y que tiene dentro trozos de setas. Parece el papel rústico con el que se hacen libretas pero transparente. Muy rico el sabor. 





























Aperitivo 3: Maceta
Nos traen una maceta con su tierra y todo. Su cartelito de pizarra que dice “tomate”. El aperitivo es un tomate cherry pelado y escaldado con un relleno de salsa de tomate, rúcula y canónigos, si no me equivoco, servido encima de una hoja de alcachofa. Nos explican que se lleva todo a la boca y de la alcachofa, se come únicamente el extremo. Sobre la tierra nos comentan que es comestible, que es una especie se sémola negra de no sé qué cereal. Muy bueno.
























Aperitivo 4: Buñuelos rellenos de crema de almendras amargas
 
No suena muy bien, lo sé, pero realmente sabía a almendras amargas sin “estar malo”. Un sabor muy suave, parecido al amaretto. Muy rico. Servido en una piedra como si fuera un nido. Muy curioso.




 




























Ahora nos traen los panes, todos de elaboración propia, claro. Pan blanco rústico, pan con nueces y pasas, pan con tomate y albahaca, otro con pipas y del otro no me acuerdo. En total 5, a cuál más bueno. Durante toda la cena nos los fueron sirviendo troceaditos junto a un platito con un aceite riquísimo. No podíamos dejar de comer pan, de ahí, entre otras cosas, que acabáramos tan llenos.

 
 




Nos traen la carta, con unos exóticos nombres y unos precios desorbitantes…ostras, ¿todo eso nos vamos a gastar? Es lo primero que piensas, pero una vez allí, con el estómago más que estimulado, ya no te importa. A disfrutar!! Elegimos, pues, el menú degustación con maridaje incluido.

Ajo negro de las Pedroñeras
Erizos de mar al natural, consomé cítrico y algas
Espárrago blanco, jamón ibérico y trufa melanosporum
Primera florada de guisantes con calamar de potera
Arroz de pescado y coliflores de El Prat
San Pedro meunière con perlas de chirivía
Raviolis de liebre a la royal
Pre postre
Postre del chef
La joya

Todo esto maridado con unos vinos excelentes de los que hablaré en otro post.

Ajo negro de las Pedroñeras:
Presentado en un precioso plato hondo banco parecido a una flor. A primera vista parece que sea nuevamente una maceta de la que han empezado a brotar ciertas plantas y ajos tiernos. Hay una tierra negra debajo de la cual encontramos el ajo negro, la versión de la típica crema de ajoblanco elaborada con unos ajos especiales. Hay algunas hojitas de brotes verdes tipo canónigos, algunas florecillas amarillas y unos trozos de ajos tiernos. BUENÍSIMO, y eso que a mí, las texturas granulosas no suelen apasionarme. Se come con cuchara, todo junto.
































Erizos de mar al natural, consomé cítrico y algas:
Para mí de lo mejor de la noche por la presentación y por el sabor. Un caldito cítrico, encima una capa dura de algo como tinta de calamar, encima la carne del erizo, flores y algas para decorar y compensar sabores. Servido en un pato blanco enorme. BUENÍSIMO. Se come con cuchara, también. 


Espárrago blanco, jamón ibérico y trufa melanosporum:
Este plato es una nueva incorporación. En su página web, en el menú degustación de invierno, aparece otro. Me alegro, porque este está delicioso. Un espárrago blanco gigante, seguramente de Navarra, poco cocinado de manera que se corta con cuchillo y tenedor perfectamente sin deshacerse. Acompañado de una salsita de color naranja (no sé de qué pero estaba de muerte) con trocitos jamón y panceta frita, y trufa negra todo pequeñito, pequeñito… Servido en un plato blanco plano que quedó limpio después de rebañarlo…jejeje!! ESPECTACULAR.






























Primera florada de guisantes con calamar de potera:
Plato preferido de Luis. Unos guisantes de Llavaneres guisados con calamar de potera y espuma de sepia, o algo así. Un sabor delicioso. Curiosa elección para un menú tan sofisticado. Los guisantes no le suelen gustar a la gente, pero esta elaboración te hace adorarlos…Servido en un plato hondo banco a modo de concha y comido con cuchara. IMPRESIONANTE.





























Arroz de pescado y coliflores de El Prat:
Cuando nos lo presentan nos dicen de qué pescado se trata, pero no me acuerdo. De la coliflor de El Prat, nos dicen que es cous-cous de coliflor, una manera muy original de comerla que me voy a copiar, sin duda. Le da un sabor muy diferente y especial al arroz. Si no recuerdo mal, la coliflor estaba cruda, simplemente habían desmenuzado las bolitas y las habías tirado por encima del arroz. Realmente muy sabroso y perfectamente cocinado. El arroz en su punto justo. Si le tuviera que poner una pega, sería que es mucha cantidad para ser cena…a partir del arroz, ya no pude acabarme los platos. Servido en un plato grande plano, comido con cuchara. MUY BUENO.





























San Pedro meunière con perlas de chirivía:
Me encantó la mezcla de sabores. El San Pedro estaba muy tierno, creo que nos comentaron que lo hacían a la brasa primero y, luego, lo cocinaban con la salsa meunière. Como esta es cítrica, combina muy bien con el pescado. Lo curioso en lo de la chirivía. Esta verdura, que poca gente conoce, es una de las “cosas” blancas que se le echan a un cocido. Es como una zanahoria blanca, más o menos, de aspecto. Cuando llegamos, uno de los cocineros estaba realizando una técnica muy original en la cocina. En este momento me di cuenta de que se trataba de las perlas de chirivía. Tenía una manga pastelera de la que salía una pasta casi sólida, no sé si congelada…tal y como salía de la manga, tipo churro, él cortaba rodajitas que caían en un recipiente. El corte lo hacía al aire, sin apoyarse en la mesa. No sé, muy raro de explicar, muy curioso de ver. Total, que esas rodajitas, luego resultaron ser las perlas de chirivía que tanto nos gustaron. Jamás pensé que la chirivía tenía ese sabor tan bueno. Nunca más tiraré esta verdura después de hacer caldo…algo se me ocurrirá. Servido en un plato hondo, un único trozo, generoso de pescado flotando en bastante caldo munière y rodeado de seis perlas de chirivía. BUENÍSIMO.





























Raviolis de liebre a la royal:
No sé si porque era el último y ya estábamos llenos o porque tenía un sabor muy fuerte, pero es el único que no nos gustó especialmente. Tres raviolis de una pasta finísima rellenos de carne de liebre. La carne maravillosamente guisada, se deshacía en la boca seguramente por una técnica culinaria de alta cocina. El problema es la salsa, fuerte, de las típicas de caza, con mucho gusto a carne, demasiado sabor que casi anulaba el de la carne. Con el vino que le acompañaba, resultaba fenomenal, pero sigo pensando que es un plato demasiado potente para mi gusto. Servido en un plato hondo, como el del pescado que claro, permitía tener cantidad de salsa. Buen sabor, sin duda.

























En este momento, nos preguntaron si queríamos probar la mesa de quesos, aparte del menú. No lo hago porque estoy llenísima, pero me quedé con ganas…Un diez para el somelier que me la trajo para hacerle fotos y me estuvo explicando sin problemas cada uno de los quesos. Muy simpático el momento en el que se sorprende de que conozca el queso Payoyo, uno de mis conocidos y gran descubrimiento de las tierras gaditanas que me llevo. Algún día lo comentaré, pero si podéis probarlo, lo recomiendo.





























Pre-postre: la cajita rosa
Me encantó la presentación. Nos traen a cada uno una cajita en tonos rosados y decoración japonesa. En su interior nuevamente tierra, pero esta vez, rosa. Encima un helado de frutos rojos y trocitos de éstos al natural. Explosión de sabor y combinación de texturas en la boca. MUY ORIGINAL Y BUENO. No quedó nada…



















Postre del Chef:
Nos comentan que es un postre a base de plátano, mango y galleta. Cuando nos lo sirven, casualmente pensamos los dos “qué sencillo, un plátano”. Y es que la vista, pese a las florituras hechas con la galleta y una lámina de coco, hay un plátano, normal y corriente pelado. El maître nos dice plátano sorpresa…y tan sorpresa!! Al igual que la aceituna del aperitivo, imita perfectamente la textura, forma, volumen y tacto de un plátano, pero al cortarlo, resulta ser una carcasa, de algo como chocolate blanco o similar que alberga en su interior helado de plátano especiado, casi picante. Muy, muy, particular. Impresionantes las bolitas diminutas de mango, casi como caviar, sin esferificar. Mango muy maduro cortado minúsculo, nos dicen. Todo acompañado de un helado natural de mango riquísimo. ESPACTACULAR. No me lo acabo porque no me cabe, pero Luis no tiene inconveniente que comerse mi postre… Un detallazo por parte del personal… el plato está decorado con una velita de cumpleaños. ¡Qué ilusión me hizo!
















La joya:
Servido en una caja de piel preciosa. No puedo resistir preguntar si la caja es de Montblanc porque es igualita que la de mi anillo de compromiso. El maître, sorprendido, me dice que sí, que es una caja elaborada para “Dos cielos”. Un envoltorio digno de una exquisita joya. Un bombón de chocolate negro relleno de más chocolate y con una lámina de plata comestible. Precioso y sabroso. MARAVILLOSO.


Espero que se os haya hecho la boca agua a todos con lo que os he explicado. En el siguiente post , como os he dicho antes, presentaré los vinos que tomamos que también fueron increíbles…


RESTAURANTE DOS CIELOS
Hermanos Torres
Hotel Meliá Barcelona Sky
c/ Pere IV 272 – Poblenou, Barcelona
Tel. de reservas: 93 367 2070








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